Comprender
estos tres conceptos y su inter-relación es muy importante para comprender por
qué pensamos como pensamos y por qué actuamos como actuamos.
Toda
cultura, sea esta familiar, grupal, regional o nacional, tiene diferentes costumbres de cómo pensar, de cómo
sentir o de cómo hacer las cosas cotidianas. Por ejemplo, cómo comer, cuántas
veces diarias se toma un baño, cómo jugar un determinado juego, etc, etc.
Nosotros vamos asimilando estas costumbres,
haciéndolas nuestras y convirtiéndolas en hábitos,
es decir, que al cabo de un tiempo, hacemos esas cosas de determinada manera de
una forma automática, sin pensar en ellas.
Nosotros no
pensamos si bañarnos o no, si cepillarnos los dientes o no, si vestirnos para
salir o no, etc. En este punto, todas estas costumbres cotidianas se han
convertido en hábitos.
Hasta ahí la
cosa va bien. Estos hábitos nos facilitan la vida al no tener que tomar mini
decisiones constantes, cada momento y cada día de nuestra vida. Pero… y este es
un gran pero, los seres humanos tenemos la mala costumbre de convertir nuestros
hábitos en paradigmas. Y ahí la cosa
se complica, porque… veamos qué son los paradigmas.
Un paradigma es básicamente la idea que
tenemos las personas de que la manera cómo nosotros hacemos las cosas es la
manera correcta de hacerlas, y que todo aquel que las haga de diferente
manera, lo está haciendo mal o lo está haciendo de manera incorrecta. Usemos un
ejemplo de los anteriores: En nuestra casa, todos tenían la costumbre de bañarse
una vez al día, al repetir esta costumbre por varios años, se nos convierte en
un hábito, y al cabo de un tiempo, más o menos largo, convertimos este hábito
en un paradigma, es decir, a partir de ese momento, toda persona que se bañe
menos de una vez al día, será considerado por nosotros como un cochino, es
decir, una persona de poca higiene personal; Si por el contrario, encontramos
una persona que tenga el hábito de bañarse dos o tres veces diarias, será
considerado por nosotros como un loco maniático.
El convertir
los hábitos en paradigmas trae consecuencias nefastas al inter-relacionarnos,
personal o profesionalmente, con personas que vienen de culturas diferentes a
la nuestra y que han asimilado diferentes paradigmas a los nuestros.
Y aquí es
donde entran en juego la interpretación de algunos valores que hemos asumido en
nuestras vidas. Es decir, si ponemos como ejemplo el RESPETO, este valor no se
refiere solamente a no pegarle, no gritar o no insultar a otra persona, se
refiere también a respetar los hábitos y paradigmas que tengan las demás
personas y que difieran de los nuestros. Y esto, es más complicado y más
difícil.
Así que
sería de gran ayuda que estudiáramos cuales son nuestros paradigmas y que cada
vez que nos oyéramos a nosotros mismos decir cosas como: “es que así es como se
hace..” o “la manera correcta de hacerlo es…” nos detuviéramos por un momento y
pensáramos si esa frase corresponde a un paradigma nuestro y de ser así,
modificar ese paradigma o aceptar el paradigma de la otra persona como una
forma “también posible” de hacer las cosas correctamente.
De esa manera, se los aseguro, se evitan más de la mitad de los conflictos personales y empresariales que nos aquejan diariamente.
Quico salazar
Coach profesional y personal
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