5/2/14

Una historia de Buen Servicio

Una noche tormentosa hace muchos años, un hombre mayor y su esposa, entraron a la recepción de un pequeño hotel en Filadelfia, Estados Unidos. Intentando conseguir resguardo de la fuerte lluvia la pareja se aproxima al mostrador y pregunta:
“¿Puede darnos una habitación?”

El empleado, un hombre atento con una cálida sonrisa les dijo: “Hay tres convenciones simultáneas en Filadelfia y, lamentablemente, todas las habitaciones de nuestro hotel  están tomadas y estoy enterado que en la ciudad entera no hay habitaciones, estamos llenos al 100% .
El matrimonio se angustió pues era difícil que a esa hora y con ese clima tan adverso fuesen a conseguir dónde pasar la noche. Pero el empleado les dijo:
“Miren…, no puedo enviarlos afuera con esta lluvia. Si ustedes aceptan la incomodidad, puedo ofrecerles mi propia habitación. Yo me arreglaré en un sillón de la oficina.

El matrimonio lo rechazó, pero el empleado insistió de buena gana y finalmente terminaron ocupando su habitación.
A la mañana siguiente, al pagar la factura, el hombre pidió hablar con él y le dijo: “Usted es el tipo de Gerente que yo tendría en mi propio hotel", y le comentó: "Quizás algún día construya un hotel para devolverle el favor que nos ha hecho”.
El conserje tomó la frase como un cumplido y se despidieron amistosamente.

Pasaron dos años y el empleado recibe una carta de aquel hombre, donde le recordaba la anécdota y le enviaba un pasaje de avión ida y vuelta a New York con la petición expresa que los visitase con todos los gastos pagos. Con cierta curiosidad el empleado no desaprovechó esta oportunidad de visitar gratis New York y concurrió a la cita.

En esta ocasión el hombre mayor le llevó a la esquina de la Quinta Avenida y la calle 34 y señaló con el dedo un imponente edificio de piedra rojiza y le dijo:
“Este es el Hotel que he construido para usted”. El empleado lo miró sorprendido y dijo: “¿Es una broma, verdad?”. “Puedo asegurarle que no”, le contestó con una sonrisa cómplice el hombre mayor. Y así fue como William Waldorf Astor construyó el Waldorf Astoria original y contrató a su primer gerente cuyo nombre era George.

Obviamente George no imaginó que su vida estaba cambiando para iempre cuando hizo aquel favor para atender al viejo Waldorf Astor en aquella noche tormentosa.
No tenemos muchos “Waldorf Astor” en el mundo, pero un jefe satisfecho o un cliente sorprendido pueden equivaler a nuestro Waldorf-Astoria personal.

Créanme amigos, brindar un servicio de excelencia no cuesta más que brindar un servicio mediocre, sólo hay que comprender que servir bien es la pequeña diferencia donde se afinca la grandeza.

Quico Salazar
Life-Coach
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